EL CONSUMO DE AZUCAR ES LA
CAUSA PRINCIPAL DE OBESIDAD…
¿CREENCIA O VERDAD?
THE CONSUMPTION OF SUGAR IS THE CAUSE MAIN OF
OBESITY...
BELIEF OR TRUTH?
Juan Carlos Olivo
Sánchez
qfb.olivo@gmail.com
Resumen
Los azúcares, además del sabor dulce, añaden una amplia variedad
de cualidades favorables a los alimentos, como el gusto, el aroma y
la textura, así como la viscosidad y consistencia, las cuales son generadoras
de saciedad.
Estudios realizados
en Australia y Reino Unido, han revelado cómo a pesar de haber aumentado
el consumo de las bebidas acalóricas en detrimento de las bebidas azucaradas, ya sea con sacarosa, fructosa o
jarabe de fructosa, no ha disminuido la incidencia de la obesidad.
Sustituir azúcar por edulcorantes artificiales intensos, representa
un ahorro
calórico poco significativo respecto al total de calorías diarias, y puede generar
una falsa tranquilidad que favorezca la adopción de comportamientos contraproducentes, como consumir
en exceso esos productos “bajos
en calorías” y otros alimentos
con un elevado aporte de grasa.
El incremento de la
obesidad en los países desarrollados ha alcanzado dimensiones epidémicas, existiendo múltiples factores que influyen en su desarrollo, tales como una ingesta calórica excesiva
y la falta de
actividad física.
Diferentes estudios
han concluido que no existe asociación o que incluso existe una asociación negativa entre el consumo de azúcares
y la ganancia de peso.
La saciedad y la termogénesis conseguida por los azúcares
y los carbohidratos son superiores a
la de las grasas, por tanto, el consumo de azúcares y
la obesidad tienen una correlación menor que la ingesta de grasas y la obesidad.
Palabras clave: Azúcar, obesidad, grasas, ejercicio, salud.
Abstract
Sugars also
sweetness, add a wide variety of pro-food, such as taste, aroma and texture,
and viscosity and consistency, which are generating satiety qualities.
Studies in
Australia and the UK, have revealed how despite increased consumption of
non-caloric drinks detriment of sugary drinks, either sucrose, fructose or
fructose syrup, it has not decreased the incidence of obesity.
Replacing
sugar by intense artificial sweeteners, represents a very significant caloric
savings over total daily calories, and can generate a false peace that favors
the adoption of counterproductive behaviors, such as eating too much these
"low calorie" and other food products with a high fat intake.
The increase
in obesity in developed countries has reached epidemic proportions; there are
multiple factors that influence their development, such as excessive caloric
intake and lack of physical activity.
Different
studies have found no association or even a negative association exists between
the consumption of sugars and weight gain.
Satiety and thermo
genesis achieved by sugars and carbohydrates are superior to fat, therefore,
consumption of sugars and obesity have a lower fat intake and obesity
correlation.
Key words: Sugar, obesity, fat, exercise, health.
Introducción
La obesidad, se
define
como un exceso de la masa
grasa que, generalmente, se traduce en un exceso de peso.
El índice
de masa corporal,
obtenido según la
fórmula peso (Kg.)/ Talla (m2) es probable-
mente el indicador más universalmente aceptado para la definición de obesidad dada su sencillez y su fuerte correlación con la adiposidad total. Un IMC entre 25-30 Kg. /m2 se considera como sobrepeso.
Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS),
la obesidad se
clasifica como clase I para
un IMC
entre
30 y 34,9 Kg. /m2, clase II para un IMC entre 35 y 39,9 Kg. /m2, y clase III para un IMC ≥40 Kg. / m2 (3). A su vez, la obesidad clase I se asocia con un "riesgo moderado", clase II con un "alto riesgo",
y
la clase III con un "riesgo muy alto" de
mortalidad.
Desde un punto de vista etiológico, la obesidad
puede
clasificarse como primaria
o secundaria. La obesidad, de hecho,
puede ser iatrogénica, es decir, secundaria a tratamientos farmacológicos, incluyendo algunos antipsicóticos, antidepresivos, antiepilépticos, y algunos esteroides. Determinados fenotipos de
obesidad, son característicos de algunas patologías, incluyendo el síndrome
de ovario poliquístico,
síndrome de Cushing, hipotiroidismo, defectos
hipotalámicos, y la deficiencia de la hormona del crecimiento.
La
patogénesis de la obesidad puede expresarse en términos termodinámicos relativamente simples, es decir, el exceso de almacenamiento de grasa corporal como resultado de un balance de
energía positivo de forma crónica (es decir, exceso de ingesta de
energía frente a gasto), la identificación de las causas principales
del desequilibrio energético crónico sigue constituyendo
un desafío, a la par que los fenotipos
metabólicos, psicológicos y de
comportamiento que conducen a
la obesidad
siguen siendo controvertidos. De hecho, el consumo excesivo de energía (o hiperfagia)
se considera una característica altamente prevalente en los sujetos obesos.
Sin embargo,
la vinculación de la
hiperfagia al
aumento de peso real ha
resultado ser excepcionalmente difícil de
documentar, muy probablemente debido a
que la medición del consumo energético
en los individuos ya supone de por sí un auténtico
reto, especialmente en obesos que tienden a
infravalorar su ingesta. Otros aspectos
de la
ingesta de alimentos y su relación
con la obesidad, tales como
la composición de la dieta, la densidad
energética de los alimentos,
la tasa de consumo de
comida, las preferencias de sabor, el estilo de vida y posibles subfenotipos, también han sido explorados con resultados un tanto contradictorios.
No es sorprendente, por tanto, que la biología molecular de la obesidad también esté sólo parcialmente
comprendida. Esto es probablemente debido a
la heterogeneidad de la obesidad
y el hecho de que esté relacionada, al igual que otras enfermedades
complejas, no por una sola mutación
genética, sino por múltiples defectos
alélicos, que determinan
una
mayor susceptibilidad a
los factores ambientales.
Como consecuencia de la relación entre el exceso de grasa corporal y la mayor morbimortalidad, y de
la creciente epidemia
de obesidad, un alto porcentaje
de la población
a nivel mundial,
presenta un incremento del riesgo de padecer determinadas enfermedades y un mayor riesgo de muerte por cualquier causa5. Así, en los países desarrollados,
el incremento de mortalidad asociado al exceso de
grasa
corporal es del 30-40% para enfermedad cardíaca coronaria,
cánceres de colon, mama y endometrio, y en la mayoría de los casos
de diabetes tipo
2.
Aunque los riesgos
de morbilidad
y mortalidad son más altos en personas obesas, la relación con el IMC, en cuanto al rango de obesidad, no es necesariamente lineal o
uniforme para la enfermedad (ejemplo, cáncer), subtipos de género o la raza/etnia. En algunos casos, los datos no apoyan un mayor riesgo en personas
obesas. Para las fracturas de cadera, el riesgo observado fue menor para índices de masa corporal en torno a
30 Kg. /m2.
De forma similar, los resultados de morbimortalidad para los pacientes obesos con enfermedad renal crónica en tratamiento
con hemodiálisis, con insuficiencia cardíaca o enfermedad arterial periférica, parecen ser mejores en obesos que en
aquellos pacientes con peso normal
y especialmente, en los ancianos a
partir de 75 años. Estas observaciones han generado la llamada "paradoja
supervivencia-obesidad".
Según algunos autores, esta paradoja se explica por el hecho de que los pacientes pierden peso a medida que
progresa la enfermedad subyacente.
Por otra parte, esta paradoja
ha sido recientemente propuesta como explicación plausible
para dos observaciones
epidemiológicas bien establecidas: la forma de U (es decir, cóncava) de relación entre el IMC y
la tasa de mortalidad, de tal modo que las personas con IMC intermedio (25-30 Kg. /m2) tienden a vivir más que
las personas con un IMC más bajo o más alto, y el nadir de estas curvas tiende a aumentar con la
edad.
Con el término
“azúcares” nos estamos refiriendo a un grupo de compuestos constituidos por
carbono, hidrógeno y átomos de oxígeno,
que se clasifican en función de su estructura
química en monosacáridos,
disacáridos y oligosacáridos.
Los monosacáridos contienen 3-7 átomos
de carbono por
monómero y son la forma absorbible de azúcares. La glucosa, fructosa y galactosa son los monosacáridos esenciales en la
dieta
humana, mientras que la manosa desempeña un papel de menor importancia.
Los disacáridos son compuestos formados por dos monosacáridos (2 monómeros)
unidos entre sí. Disacáridos primarios en la dieta humana son la sacarosa
(una molécula de glucosa y una de fructosa), lactosa (galactosa y glucosa) y trehalosa (2 moléculas de glucosa). Los seres humanos poseen enzimas que rompen los
enlaces de los disacáridos
para su posterior
absorción y metabolismo en forma de monosacáridos.
Los azúcares aportan energía y un sabor agradable, así, la ingesta de azúcares parece estar influenciada por dos sistemas cerebrales diferentes: los asociados con la regulación de la alimentación y la homeostasis energética, y aquellos asociados con la recompensa. Durante las últimas tres décadas,
ha quedado bien asentada la existencia de una serie de neuromoduladores que pueden actuar tanto
como orexígenos como anorexígenos involucrados, tanto en la regulación de la energía,
como en los circuitos
que median la recompensa.
En cuanto al consumo de azúcar, en España se
calcula que asciende a
unos 29 Kg. per
cápita anuales. Este consumo, se considera alto, si se compara con el consumo per cápita mundial que es de unos 21 Kg.
La prevalencia de sobrepeso y obesidad
ha aumentado considerablemente a
nivel
mundial en las tres últimas décadas y, aunque
los factores genéticos parecen jugar un papel destacado en
el
desarrollo de
la obesidad, el dramático aumento de la incidencia de obesidad,
parece sugerir
que los factores ambientales y los cambios
en el estilo de vida
podrían estar contribuyendo de forma importante a la tendencia
epidémica de este patología.
Tanto la reducción de la actividad física, como el aumento del consumo de alimentos hipercalóricos, son factores que se han
relacionado
directamente con el desarrollo de sobrepeso y obesidad.
A diferencia de lo que ocurre con la ingesta
de grasas, para la que se ha demostrado
una fuerte correlación
entre el consumo excesivo de las mismas y el incremento del riesgo de desarrollar sobrepeso o/y obesidad; la
relación entre el consumo de azúcares incluidos en los alimentos
o añadidos a éstos, y el incremento de peso no es tan evidente. Diferentes estudios transversales han concluido que no existe asociación o
que incluso existe una asociación negativa entre el consumo de
azúcares y la ganancia de peso. Sin embargo,
sí que existe un amplio debate
sobre
si un mayor consumo de
azúcares a través de
bebidas azucaradas, pudiera tener un efecto más significativo sobre
el IMC.
Materiales y Métodos
Esta
indagación contiene principalmente un resumen del material referenciado en un
capítulo del reconocido libro blanco del azúcar, publicado en www.redalyc.org,
la red de revistas científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal.
Redalyc es un proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la
iniciativa de acceso abierto.
Uno de los métodos
empleados es el análisis DAFO (debilidades, amenazas,
fortalezas y oportunidades), aplicado a la relación entre la obesidad y el
azúcar.
Debilidades
• Los seres humanos, presentan
una preferencia innata a los azúcares,
ya que en
el útero, el feto
está bañado en un “líquido dulce” y, posteriormente, desde el nacimiento, los niños se
alimentan de leche, ya
sea materna o artificial, con gran contenido en azúcares,
con lo que no
es sorprendente que, en la edad adulta, predomine una preferencia por los alimentos dulces5.
• Falta de datos reales,
debido a los azúcares añadidos a los alimentos, las interpretaciones y discusiones que rodean a la ingesta de
azúcares, la gran cantidad de términos utilizados para describir estos
ingredientes, datos parciales comparables de consumo de azúcares en la dieta, y la disposición casi exclusiva de estudios
epidemiológicos como la base principal de conocimientos, con
las limitaciones a
las que esto conlleva.
• De hecho, a la hora de establecer una relación entre la obesidad
y el consumo de
azúcares, uno de los obstáculos a
los que nos enfrentamos es
la dificultad para cuantificar de forma precisa
la cantidad de azúcares consumida
por la población,
por distintos motivos5:
- Aunque existe concordancia sobre las definiciones
químicas de los distintos azúcares, los términos azúcar, azúcares,
azúcares añadidos y edulcorantes calóricos tienen un uso indistinto en muchos de los estudios de
consumo en EE.UU. lo que genera una importante confusión
a la hora de
establecer estadísticas de consumo.
- Para cuantificar el consumo diario de azúcares, los individuos
tienden a tener en cuenta únicamente los azúcares añadidos,
tales como la sacarosa (azúcar blanca y morena), sacarina,
aspartamo y otros substitutos, excluyendo el azúcar
añadido como ingrediente en los alimentos precocinados/procesados.
Amenazas
• El exceso de carbohidratos en la dieta con respecto a los requerimientos calóricos
de cada individuo,
no mediante la conversión de los carbohidratos excedentes en grasa,
sino mediante la
lipogénesis de novo
(síntesis de moléculas complejas a partir de moléculas simples), puede llegar a producir una acumulación
de la grasa corporal. Existe una mayor prioridad
en la oxidación de los carbohidratos frente a
la grasa, que a la larga, resulta en una supresión de la oxidación de
la grasa con el subsecuente
mantenimiento del depósito corporal.
·
Aunque la sacarosa tiene un índice glucémico (IG) intermedio, alimentos que la contienen como cereales, dulces, o bollería, suelen
tener un IG y una carga glucémica elevados.
• La combinación de consumo frecuente de
bebidas azucaradas y el descenso
en la actividad física, se
traduce en una disminución de la demanda metabólica de grasa como fuente de energía,
incrementando considerablemente el riesgo de ganancia de peso, especialmente en los más jóvenes.
Fortalezas
• Los azúcares, además del sabor dulce, añaden una amplia variedad
de cualidades favorables
a los alimentos, como su
acción antimicrobiana, el gusto,
aroma y textura, así como la viscosidad y consistencia, las cuales son generadoras
de saciedad.
Aunque
la saciedad conseguida es mayor para las
proteínas,
la de los azúcares
y carbohidratos es superior a la de las grasas
que son a su vez la mayor fuente calórica de
la dieta7.
• El
consumo de
dietas
con alto contenido en grasa produce una disminución de la ingesta de azúcares
y viceversa, fenómeno
conocido como el balance grasa-azúcar.
• En un estudio
transversal (de prevalencia) realizado
en población neozelandesa, se observó que los adultos
con sobrepeso y obesidad,
no realizaban una mayor ingesta de azúcares
que los adultos con normopeso. Además, los niños obesos
consumían menos azúcares que los niños con normopeso
y sobrepeso.
• La ingesta de azúcares (tanto contenidos en
alimentos como añadidos), no se asocia con el IMC.
• Estudios sobre la termogénesis inducida por los alimentos han mostrado que la energía disipada
en forma de calor es menor tras la digestión de
grasas
(ª 7%), que tras la digestión de
carbohidratos (ª 12%) y proteínas
(ª 22%). Además,
estudios isotópicos han confirmado la ausencia significativa de lipogénesis hepática
de novo a partir de dietas
con alto contenido
en carbohidratos.
Oportunidades
• El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) y la FDA, que establecen la
regulación de alimentos y de ingredientes alimentarios, describe los distintos términos para denominar a
los azúcares en la siguiente tabla.
Tabla de algunos términos y definiciones de los azúcares
según
la USDA y la FDA.
Términos
|
Definición
|
Azúcares añadidos
|
Comido por separado o
se utilizan como
ingredientes en alimentos procesados (azúcar blanco, moreno,
en bruto; jarabes de maíz, de alta fructosa de maíz, de malta, de arce; sirope, edulcorante de fructosa, fructosa
líquida, miel, melazas, dextrosa anhidra,
dextrosa
y cristal). Puede
contener oligosacáridos.
|
Azúcares
|
Todos los monosacáridos
y disacáridos (incluye los azúcares
naturales, así
como
las que se añaden a un alimento o bebida, tales como
sacarosa, fructosa, maltosa, lactosa, miel, jarabe, jarabe de maíz, jarabe de alto contenido
de fructosa de maíz, melaza,
y el concentrado de jugo de fruta). No tienen
en cuenta los oligosacáridos.
|
Azúcar
|
Indica sacarosa en la declaración de ingredientes.
|
Edulcorantes calóricos
|
Los edulcorantes consumidos directamente y como ingredientes
alimentarios (como la sacarosa de la caña de azúcar y de
remolacha, miel, dextrosa, jarabe
comestibles y edulcorantes de maíz principalmente con alto contenido en fructosa de jarabe de maíz); contiene oligosacáridos.
|
Resultados y discusión
• El índice glucémico (IG) es una clasificación de los alimentos, basada en la respuesta
postprandial (posterior a la ingesta)
de la glucosa sanguínea, comparados con un alimento de referencia (glucosa:
Índice glucémico =100). Varios estudios
han concluido que los
hidratos de carbono, con un elevado IG, aumentan la saciedad a
corto plazo frente a hidratos de carbono con menor IG. La sacarosa, presenta un índice glucémico
alto (ª 65), por lo que genera mayor saciedad
que otros azúcares, como la fructosa, con menor IG.
• En el estudio
CARMEN (Carbohydrate Ratio Management in European National diets) se comparó el efecto sobre el peso corporal y el perfil lipídico
de dietas isocalóricas con alto contenido en
azúcares y polisacáridos, contra dietas con alto
contenido en grasas, durante un periodo de 6
meses. Los resultados mostraron
que las dietas
con alto contenido, tanto en azúcares
como en polisacáridos, indujeron una reducción significativa del peso corporal de 1,6 Kg. y 2,4 Kg. respectivamente en
comparación con las dietas isocalóricas con un aporte más elevado en grasa8.
• En un número
importante de estudios epidemiológicos se ha observado una relación inversa
entre la ingesta de sacarosa y el peso corporal o
índice de masa corporal, así como la ingesta de
sacarosa y la ingesta total de grasas.
• Existe escasa evidencia de que los diferentes azúcares o carbohidratos tengan efectos negativos en el control del peso corporal.
• En estudios
realizados en distintos países como
Australia y Reino Unido, se ha observado cómo a pesar de haber un aumento
en el consumo de las bebidas acalóricas, con edulcorantes
artificiales, en detrimento de
las bebidas azucaradas, ya sea con sacarosa, fructosa o
sirope
con elevado contenido de fructosa, no ha disminuido la incidencia
ni prevalencia
de
obesidad. A este fenómeno
se denomina “paradoja Australiana” y demuestra que
no existe asociación entre el consumo
de azúcares y la
aparición de obesidad en la
población9.
• La glucosa se almacena en el hígado
y en el músculo en forma de glucógeno.
El excedente de glucosa que no se utiliza como fuente inmediata de energía o para la síntesis de glucógeno, puede transformarse a través de lipogénesis de novo en grasa que se
almacena en los adipocitos.
·
Astrup y Raben
calculan que es necesario un 68% más de energía (155 en comparación con 42 MJ/Kg.) para aumentar la grasa corporal en 1 Kg. a
partir de
carbohidratos, que a partir de
grasas, por lo que concluyen: "Es
difícil aumentar masa grasa en sujetos de
peso
normal, particularmente a través de
la sobreingesta de hidratos de carbono"10.
Conclusiones
·
Los datos actuales
indican que a
diferencia de lo que ocurre con otros macronutrientes, en el caso de los
carbohidratos, y más concretamente los azúcares, existe una falta de rigor en la precisión de las medidas, la ingesta y la
disponibilidad. Debido a esta falta de
claridad, las discusiones relativas a los efectos sobre la salud de los azúcares deben analizarse cuidadosamente y siempre apoyadas por la evidencia científica.
·
Existe escasa evidencia
científica, de que los diferentes azúcares o
carbohidratos tengan efectos
negativos en el control
del peso corporal.
·
El consumo
de bebidas azucaradas
con azúcar de caña, no es la causa principal del aumento de la incidencia de obesidad en la población en países
desarrollados.
·
La combinación del consumo frecuente
de bebidas azucaradas junto
con un descenso en la actividad física está relacionada con un aumento del riesgo de ganancia de peso.
·
La cantidad de calorías aportada por los distintos
macronutrientes es diferente. Hidratos
de carbono: 4
Kcal/g; proteínas: 4 Kcal/g; y grasas 8
Kcal/g. Aunque, desde
el punto de vista energético, el número de calorías ingeridas
por individuo es
independiente de su procedencia,
es fundamental
para realizar una dieta equilibrada y conservar
el estado de salud, mantener
un equilibrio entre los distintos macronutrientes, ya que alterar
el reparto de macronutrientes que todos aceptamos
como saludable, conlleva un riesgo para mantener el peso normal.
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Safety
Authority, 2010.
Esta indagación contiene principalmente un resumen del material referenciado en un capítulo del reconocido libro blanco del azúcar, publicado en www.redalyc.org, la red de revistas científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal. Redalyc es un proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto. Este resumen fue la base bibliográfica de la presentación gráfica que realizó un servidor en la reciente convención de la ATAM, Asociación de Técnicos Azucareros de México.
ResponderBorrarEste tema se presentó actualizado el 02 de octubre de 2020, en la inauguración del XV festival artístico de la caña de azúcar de la casa de cultura de Córdoba, Jorge Cuesta.
ResponderBorrarPor primera ocasión, debido de la contingencia sanitaria, el festival se desarrolló en línea, alcanzando una audiencia mas amplia.
En atención a las solicitudes, se comparte la presentación en pdf. Para acceder, selecciona el siguiente enlace y oprime "ir a".
https://drive.google.com/file/d/1dxn4gtMnXuDK74faJDjQaNrxR6_HooLb/view?usp=sharing